Cada mil años, con la alineación de los planetas, podemos disfrutar en las carteleras de un remake bueno. No aceptable ni decene. BUENO. Muy bueno, incluso.
Se ve que este año era propicio para ello y nos han obsequiado con este peliculón llamado "Déjame entrar", remake de la película sueca (obra maestra, por cierto) del mismo título de 2008.
La historia; Owen, un solitario niño sin amigos y maltratado en el colegio por sus compañeros, conoce a una misteriosa niña que se muda a su mismo bloque de pisos. Abby, que así se llama la niña, esconde un secreto... es vampira, pero a pesar de todo se convierte en la unica amiga y posible amor de Owen, con los problemas que todo esto supone tratándose de una asesina en potencia.
Ambos niños protagotistas interpretan bastante bien a sus respectivos personajes. Por un lado tenemos a Kodi Smit-McPhee (Owen) al que ya vimos en The Road, y luego a Chloë Moretz, la Hit-Girl de Kick Ass, donde la chavala ya apuntaba maneras. Esperemos que no se encasille en papeles de hija de puta.
La dirección corre a cargo de Matt Reeves, que sorprendió y decepcionó a partes iguales con su anterior película; Cloverfield
Todos sabemos que las comparaciones son odiosas, y esta película tiene tras de sí el peso de un clásico moderno, pero no me cuesta decir que ambas están al mismo nivel de calidad, con la diferencia de que la original es, eso, original, y esta otra es un remake que copia casi plano a plano a su hermana mayor, cosa que no la hace ser peor pélicula, ya que técnicamente es impecable. El problema es su falta de novedad.
No sería de extrañar que si esta película no fuese un remake, incluso sería nominada a algún Oscar.
Resumiendo, un remake de calidad como pocos hay, pero, sobre todo, una buena película de vampiros tierna a la vez que cruda, e incluso realista. Muy bien rodada e interpretada por un plantel de caras conocidas como Elias Koteas o Richard Jenkins, o la ya mencionada Chloë Moretz.
Vale mucho la pena verla, y tambien la original, por supuesto, ya que, en este caso, remake y original no tienen por qué rivalizar. Ambas son una muesta de cine de calidad y elegante. Muy elegante.
PD: eso sí, la mítica escena de la piscina (para mas de uno considerada la mejor escena cinematográfica rodada en años) me gustó mucho más en la original, donde todo era sútil y discretito, mientras que en el remake optan por la salvajada pura y dura.